
El que estuvo realmente oportuno, y no perdió la posibilidad de hacerse escuchar, fue un grupo de ecologistas y vecinos de Las Perlas que sobre el puente de acceso al paraje retuvo por algunos minutos a los primeros vehículos, con el objetivo de hacerle saber a las autoridades de Río Negro que ellos seguirán existiendo cuando la mediática competencia se lleve las luces a otro lugar.
Con el calor rajando la tierra, el bólido 340 detuvo su marcha en plena multitrocha y Miroslav Zapletal bajó a hacer sus necesidades en la estación de servicios instalada al 6.000 y pico, mientras una decena de intentaba sumergirse en su máquina. "El agua, se te rompió la manguera de agua", le gritó un mochilero al motociclista galo Ramel Gregory, que no entendió ni jota y siguió su marcha.
Desde ahí y hasta la Ciudad Deportiva fue una suerte de procesión sin santos, como si la selección de Maradona hubiese elegido Neuquén para dar la vuelta olímpica. Los corredores, sonrientes y exhaustos, agradecieron cada foto, cada gesto de admiración. Sólo le cambió el semblante cuando alguno se cruzó en plena ruta para capturar la mejor imagen.
Según Gendarmería, entre fanáticos, aficionados y también desubicados, hubo más de 50.000 personas en el tramo entre Villa El Chocón y el parque cerrado. Impresionante. (AN)
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