(10/01/09)-Tiene una enorme ampolla en uno de sus pies, la piel como una lija y el ánimo en permanente lucha con sus ganas de seguir adelante. Isidre Esteve está sufriendo como nunca en este Dakar, ha pasado de ser uno de los favoritos en motos con una KTM oficial a intentar acabar con un Ssangyong peor de lo que parece.El primer día llegó tarde, pero aún con esa sonrisa suya que siempre anticipa ganas de bromear, el segundo día el calvario de un coche que se paraba por problemas eléctricos ha condicionado su carrera, llegó muy tarde a Puerto Madryn, tanto que casi salió directamente, sin descansar, al inicio de la segunda etapa. En la tercera etapa le golpeó un camión por detrás.
El cuarto día lo salvó en Jacobacci con el cansancio impreso en su cara cubierta de polvo. "Esto es mucho, estoy muy cansado, pero ahí seguimos, nunca había vivido la carrera así, por detrás, con los camiones acechando y la tierra completamente rota, después de que hayan pasado estos monstruos, con unas roderas en las que las ruedas se quedan enterradas. Está siendo muy complicado", explicaba. Pero siguió. Y con las primeras dunas llegó a Neuquén de día. Cansado, pero con el espíritu vivo. Desde ahí le tocó enfrentarse a la especial más dura, desierto de la Patagonia, brasas en la tierra. Al comienzo ya se había quedado atrapado dos veces con un coche excesivamente bajo, apoyado por la voluntad de Eric, su copiloto: "El coche se calienta demasiado, a ver si podemos seguir". Llegaron. A las cuatro de la madrugada y con el pie destrozado.
Terminaron la etapa de Valparaíso en el puesto 71 tras un vuelco. De los dos minusválidos que salieron sólo queda él, el japonés Auki tuvo que retirarse. El descanso está ahí. Detrás de los Andes. Vamos Isidre.
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