
El Doctor arrancaba en la posición 45 tras el primer tramo, con un tiempo nueve segundos por kilómetro peor que el del ganador. Ayer acababa 33 posiciones por delante, con unos tiempos de dos segundos por kilómetro peor que un Sebastien Loeb que se estaba jugando el triunfo. La progresión es clara, y es la que mejor habla de la actuación del italiano en uno de los rallys más complicados que se recuerdan en la historia del Mundial.
Precisamente por ello Rossi fue extremadamente cauteloso en los primeros compases. Los tramos eran trampas en las que se entremezclaba el barro con el hielo, la nieve, la lluvia y la niebla. No estaban permitidos los abrepistas, por lo que nadie sabía donde se encontraría una placa de hielo, y tampoco se podían usar neumáticos de clavos, circunstancias que han sido duramente criticadas por el mismísimo Loeb por lo peligroso que ha resultado.
Aún así, Valentino resistió y, a pesar de sufrir una salida de carretera el sábado por la tarde, llevó su Ford Focus a meta en duodécima posición, a 13 minutos del vencedor final, el galo. En su otro rally acabado, el de Nueva Zelanda de 2006 al volante de un Subaru Impreza, fue undécimo, pero a 20 minutos del ganador, y en una prueba con una participación mucho más reducida que la que se ha encontrado el piloto italiano este fin de semana.
"Estoy muy feliz", aseguraba Rossi. "Primero, por acabar el rally y segundo por algunos tiempos que hemos marcado en los tramos de la última etapa. Mi táctica era ir paso a paso e intentar no cometer errores, y adaptarme al coche poco a poco. Creo que ha sido un rally muy difícil y terminarlo me produce una gran satisfacción".
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