
Los pilotos del Dakar están acostumbrados a sudar la gota gorda en las dunas blancas de Fiambalá y el convoy encargado del reconocimiento ha sufrido en propia carne la dureza del terreno: se han necesitado tres días para elaborar la 5ª etapa del rally. La misión estaba clara para Jean-Pierre Fontenay, dos veces campeón de la prueba y ahora al volante de uno de los tres vehículos de reconocimiento. Para elaborar un road-book fiable y fiel a las condiciones de carrera, hay que aproximarse al máximo al ritmo al que progresan los líderes, lo que le ha llevado a poner a prueba la solidez del Amarok entre sus manos. Incluso cuando no se corre contra el reloj, basta con cometer un pequeño error para perder mucho tiempo. Al pequeño equipo de aventureros les ha costado una jornada entera: tener que parar, esperar la llegada desde Córdoba de los recambios necesarios para la reparación y ponerse manos a la obra para que el vehículo estuviera listo para correr de nuevo… En Chile, el desierto de Atacama reservaba nuevas sorpresas a la expedición. Aparte de las grandes oscilaciones térmicas (una máxima de 35º en el momento más caluroso del día, frente a los 3º a la hora de acostarse), los reconocimientos del Dakar pasaron por Arica poco después de una jornada histórica. Las fuertes lluvias torrenciales que acababan de precipitarse sobre la región ponían fin a una sequía centenaria. Así que nuestros compañeros tuvieron que abrirse camino por un paisaje totalmente cambiado. Forman parte de los privilegiados que han podido sacar algunas fotos de un Atacama verde y cubierto de flores. Una pradera en pleno desierto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario