17.12.07-Para este hombre parece que no existe la derrota. Michael Schumacher volvió a triunfar ayer en el estadio de Wembley ante cincuenta mil aficionados que se acercaron hasta la primera edición londinense de esta fiesta de final de temporada. Tras un año retirado, el heptacampeón y Sebastian Vettel dieron a Alemania el triunfo en la Copa de Naciones de la Carrera de Campeones. Y lo celebró casi como cuando ganaba un gran premio de Fórmula 1, saltos en el podio incluidos.
"Cuando Sebastian me llamó al enterarse de que hacíamos equipo me preguntó cómo íbamos a preparar la carrera. Le contesté que no se preocupara, que aquí se viene a pasarlo bien y disfrutar, y que lo de menos era el resultado", dijo Michael. Eso fue hace un par de semanas, porque ayer, al enfundarse el mono con tonalidades en blanco y negro, su gesto se volvió a transformar, emanando concentración por todos sus poros.
Y desde el primer momento demostró que no venía sólo a divertirse. Ganó a los norteamericanos Jimmie Johnson (campeón de la Nascar) con el Fiat Grande Punto y Travis Pastrana (as del motocross freestyle y ahora campeón de Estados Unidos de rallys) con el buggy, lo que permitió al equipo germano pasar a semifinales. Posteriormente le tocó morder el polvo a un viejo conocido, Jenson Button, que de nuevo era superado por Schumacher conduciendo el Solution F de circuitos, sólo que esta vez en un estadio de fútbol y rugby.
Ya en la final, poco antes de salir a pista, sentado en el Fiat Súper 2.000 de nuevo, Schumi era contundente ante la pregunta del entrevistador. "¿Cree que éstos coches tienen futuro?". Contestó sin pestañear con un rotundo "¡No!", metió primera y partió hacia la salida. No se sabe si fue el ofendido vehículo el que le castigó por tamaña ofensa, o si fueron los ingenieros de la firma italiana los que mediante la telemetría le pararon el coche, pero el caso es que se le caló en la salida de la final frente a Heikki Kovalainen, que adelantó a Finlandia.
Pero ahí entró en juego Vettel que, primero frente a Marcus Gronholm con el Ford Focus y finalmente contra Kovalainen con el buggy, culminó el título para Alemania. El primero en saltar a pista para felicitarle fue el propio Schumacher, que gracias al joven de Toro Rosso volvía a saborear el placer de regar con champán desde lo más alto de un podio internacional.
En cualquier caso, el Kaiser no había perdido la costumbre de triunfar. Ya lo hizo en la carrera benéfica organizada por su amigo y ex compañero Felipe Massa en Brasil, y también conseguía marcar el mejor tiempo en su retorno al volante de un Ferrari de Fórmula 1 en Montmeló. Pero el alemán no dudaba en reconocer que "esos tiempos los conseguí con un coche que estaba por debajo del peso". Además de rápido, es honesto.
Y no quedó ahí su exhibición. Schumi tiene un hambre de triunfo insaciable y siguió entregándose a fondo en cada una de las mangas de la competición individual. Durante las tandas previas parecía que con sus tiempos no estaría al nivel de alguno de sus competidores, pero poco a poco fue creciéndose hasta convertirse en el protagonista indiscutible de esta edición de la Carrera de Campeones.
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